Hoy el día es gris. Las pastillas son de colores vivos. No entiendo las intenciones de los anti-gripales ni de la fiebre quisquillosa que carcome mis pies fríos. Es menester empezar a tomarme esto con calma, no sea que los medicamentos saturen mi locura y me hagan guardar el silencio satisfecho de las ideas mudas. Invasión de colores en mi retina.
38°. Paraíso de discusiones tras mi puerta. Perillas desgastadas e inocentes caen añejas. Parecen pedir aceite. Yo les daría calor. Calor intenso. Renovación del metal. En esta casa los sonidos se oyen desmembrados. La cera suaviza los pasos y los tacones no son muy buenas compañeras.
Saturación. Debería empezar a cuidarme. El resfrío no es buena aliada del sermón materno que encausa a mas de dos regiones de mí. Rapsodia de consejos callando toda objeción.
Para todo esto, no queda más que dormir. Sumisión a las cuerdas del violinista frustrado que hipnotiza mis palabras.
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